En tiempos de buena voluntad de llevar a cabo la Reforma Psiquiátrica con la aplicación de la Ley General
de Sanidad de 1986: “La
plena integración de las actuaciones relativas a la salud mental en el sistema
sanitario general y de la total equiparación del enfermo mental a las demás
personas que requieran servicios sanitarios y sociales”, se supone
que debe favorecer resultados de igualdad en la atención de los usuarios
de ambos sectores y animar a los profesionales de la salud a la lucha
contra el Estigma Social que sufren los ciudadanos con enfermedad mental.
Por desgracia aún estamos a años luz de
conseguirlo, hay evidencias, y experiencias que vivo “in situ” en el día a día con nuestras actitudes, y con sensaciones de eternizar “esta adaptación o integración” más que nunca en los Servicios de
Salud de Atención primaria y Hospitales generales, existiendo un gran rechazo y discriminación
hacia la enfermedad mental, y lo que es peor, hacia las personas que la padecen.