Desgraciadamente
e injustamente el binomio “Enfermedad Mental-Violencia” es el factor más determinante
para aumentar el Estigma de la Salud Mental, ocasionando graves dificultades en
la Recuperación Bio-Psico-Social de la persona diagnosticada. Razón que me
motiva a protestar, denunciar, investigar sobre el tema e intentar desde mi
humilde trinchera, luchar contra dicha injusticia (Con amigos, familia, vecinos, compañeros de trabajo, pacientes, Blog,
Radio y TV locales, Conferencias, Investigación y Docencia).
Algunos de vosotros, podéis
pensar que estudiar este tema es admitir, reafirmar, reforzar esta
asociación. Para nada es mi intención, asumiendo el riesgo que conlleva,
debemos investigar para prevenir cualquier episodio violento y sus
consecuencias, por mínimo que sea, sólo para eliminar la criminalización y judicialización de la salud mental, para callar y dejar de llenar los bolsillos
a los medios de comunicación, por ejemplo "la telebasura, el telenoticias tele-muerto, la prensa de casos".
PREGUNTO: La violencia es
un importante problema de salud pública? un problema clínico? Social? Legal o
Judicial? en todo el mundo…para los individuos? las familias? las comunidades? los
países?.
MI REFLEXIÓN: La asociación
violencia y enfermedad mental es un tema complejo, histórico y estereotipado,
con la FALSA Y CRUEL creencia que detrás de todo acto violento hay un enfermo mental, y
que todo enfermo mental es una persona potencialmente peligrosa. Pero el mismo
concepto de violencia comporta múltiples problemas semánticos y se relaciona
con abuso, agresión, peligrosidad, coacción, imposición, impulsividad...en este mundo caótico que vivimos, la violencia quién la ejerce?? quién es agresor y agredido??
INTENTO ACLARAR IDEAS,
CONCEPTOS, según la OMS, la definición
de violencia es: “Uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en
grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas posibilidades de causar lesiones, muerte,
daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. Parece que todos! podemos ejercer algún tipo de violencia, no?
Teniendo en cuenta esta
definición, la clasificación utilizada por la OMS divide la violencia en tres
grandes categorías según el autor del acto violento: violencia dirigida contra uno mismo (Autolesiones, suicidios), violencia interpersonal (Intrafamiliar,
pareja, hacia otra persona) y violencia
colectiva o comunitaria (escuelas, lugar de trabajo, instituciones,
prisiones, residencias, hospitales). IMPORTANTE: La violencia colectiva, la que más abunda, es el
uso instrumental de la violencia por personas que se identifican a sí mismas
como miembros de un grupo frente a otro grupo o conjunto de individuos, con
objeto de lograr objetivos políticos, económicos o sociales (Guerras, Guerras religiosas, Mafias, Terrorismo, luchas tribales, lucha por la tierra...).
Entonces PREGUNTO: Existe violencia normalizada/permitida y no permitida/anormal? Con la violencia "se nace o se hace"? Hay violencia justa o injusta? La Violencia es Voluntaria o involuntaria?? Dónde
está la asociación enfermedad mental-violencia???? Se puede normalizar este tipo de violencia?? Por qué se la da tanta magnitud y alarma social a según qué tipo de violencia???
Etiquetada: “Y luego,
además, como a mayores, es posible que también esté loco, (cómo no, en el DSM
cabemos todos), pero si seguimos considerando locos a los violentos sólo porque
no queremos aceptar la violencia como conducta fría y premeditada, como
conducta voluntariamente ejercida, entonces sería bueno sustituir las bases
militares por consultas psiquiátricas, porque eso de manejar armas no parece
muy sano para la cabeza.”
Por ello, la evaluación del
riesgo es una cuestión de suma importancia para la sociedad. Así la
preocupación por el riesgo de violencia se pone en evidencia en la comunidad
científica, realizando aportaciones y autocríticas desde múltiples disciplinas,
como sociología, criminología, derecho, biología, antropología, psicología y
psiquiatría.
Si es un problema de salud
pública, los agentes de salud se encuentran con frecuencia entre los primeros
que ven a las víctimas de la violencia, tienen capacidad técnica y gozan de una
posición especial en la comunidad para ayudar a las personas expuestas a ese
riesgo. Además, tienen la responsabilidad de desempeñar una función de
liderazgo y orientación en el desarrollo de programas de salud pública
encaminados a prevenir la violencia ejercida contra uno mismo y contra los
demás.
La enfermería de Salud
Mental tiene especialmente la habilidad de prevenir y controlar la conducta
agresiva para determinar el riesgo de conductas violentas y poder intervenir de
forma eficaz antes, durante y después de un episodio de agresividad (Gail W
Stuart 2006).
Destacar que, si hablamos
de violencia, la que se asocia más frecuentemente a personas diagnosticadas de
Trastorno Mental Grave (TMG) tiene más que ver con violencia hacia objetos o recibida, tanto bajo la forma de autoagresión incluyendo suicidio como de
asaltos de diversos tipos en la comunidad. Reconocer que también hay violencia hacia otros, casi
la totalidad de estudios sobre el tema indican que las personas diagnosticadas
de esquizofrenia, y por extensión a otros trastornos mentales graves, están
relacionados con actos violentos como conducta habitual o probable, siendo una
constante estigmatización cuando se analizan, tanto las actitudes discriminatorias
de distintas personas y sectores sociales, como los mensajes alarmantes de los
medios de comunicación (López M. 2006).
Las investigaciones han tratado
de determinar qué pacientes tienen más probabilidades de comportarse de forma
violenta (Swanson JW. 2002). Los
estudios de investigación indican que existen dos poblaciones con un mayor
riesgo de violencia:
1. las personas con
diagnóstico de esquizofrenia y psicosis en general, con síntomas psicóticos
activos o si no toman el tratamiento adecuado o hay consumo de sustancias
tóxicas.
2. Las personas que tienen
trastorno por abuso de sustancias y trastorno de personalidad antisocial.
El
mayor factor predictivo aislado de violencia son los antecedentes de la misma
(Gail W Stuart 2006).
Los
factores de riesgo para conducta violenta principales son ser joven, varón,
estatus socioeconómico bajo, abuso de tóxicos (Norko 2005).
Estos datos pueden inducir
a error, porque teniendo en cuenta otros factores en distintos estudios (edad,
género, nivel educacional, cultura, Entorno familiar, lugar geográfico, consumo de tóxicos,
historia previa en la población general, etc.) pueden alcanzar valores
parecidos o incluso superiores en dichos indicadores que se asocian con la
violencia (Corrigan PW. 2005).
Las investigaciones también
indican que la enfermedad mental puede no ser un factor de riesgo absoluto y
que la persona con una enfermedad mental que realiza actos violentos, lo hace
por las mismas razones que cualquier otra sin enfermedad mental (Stuar HL y
Arboleda-Florez 2001). De hecho, los rasgos de personalidad psicopático y
antisocial están resultando mejores factores predictivos de conductas agresivas
que la enfermedad mental (Nestor PG. 2002).
Los factores ambientales y
propios de la situación también pueden ser importantes para que el
comportamiento de un paciente pase de peligroso a violento. Varios estudios han
demostrado que el número de incidentes violentos es mayor cuando los pacientes
se reúnen o desplazan en grupo, están en lugares repletos de personas, carecen
de privacidad o están inactivos (Ng B. 2001).
Los
clínicos también pueden precipitar de forma inadvertida o intencionada un brote
de violencia ya que las actitudes y acciones del personal condicionan en gran
medida el comportamiento del paciente (Fagan-Pryor EC 2003).
La
prevalencia de conducta violenta entre personas con enfermedad mental grave en
la comunidad no difiere de la de la población general de similares
características, en pacientes asintomáticos que no consumen drogas. (Steadman
1998).
Por
lo tanto, si contextualizamos el comportamiento violento, identificamos
factores de riesgo y utilizamos otras medidas epidemiológicas más adecuadas para
valorar la contribución causal del diagnóstico (Angermeyer MC. 2000), la
contribución a la violencia global de las personas con esquizofrenia es inferior
al 3-4 % del total (Swanson JW.).
Una
vez conocida la relevancia y trascendencia negativa de la violencia en el
sector de la salud mental, se puede decir que la violencia en la enfermedad
mental es de origen multifactorial y que su manifestación dependerá de la
presencia de diversos factores de riesgo (contexto, diagnóstico, datos
sociodemográficos, consumo de tóxicos, antecedentes de violencia...).
La
mejor manera de afrontar esta situación no pasa por establecer formatos de
asistencia crecientemente coercitivos sino por trabajar para eliminar la
estigmatización y la discriminación, desarrollar servicios asistenciales accesibles
y volcados en mantener el contacto con los pacientes así como de ofrecer
intervenciones de calidad acordes con la evidencia científica (Crisp, 2000;
Crisp, 2001; Byrne, 2001).
Es
necesaria una evaluación objetiva y sistemática de la violencia en la
enfermedad mental y sentar las bases de investigación para la determinación de
los factores de riesgo asociados a su manifestación. La monitorización o
supervisión constante de estas situaciones es una cuestión clave para
identificar los predictores y las causas y, de esta forma, prevenir la conducta
violenta.
La investigación dirigida a
la evaluación de la violencia en la enfermedad mental se ha visto limitada por
la carencia de instrumentos de medición adaptados a este tipo de población
psiquiátrica y no distinguen de forma objetiva los pacientes violentos de los
no violentos.
Actualmente,
no resulta posible predecir y evaluar el riesgo de violencia de forma precisa
de un paciente mental ni de nadie y, por ello, es importante seguir trabajando en la linea de crear evaluaciones que permitan desarrollar intervenciones, permaneciendo
alerta ante los síntomas de agitación creciente y pródromos como indicios
verbales, agitación motora, cambios en el nivel de conciencia y evaluación del
afecto asociado a la progresión de su comportamiento (Gail W. Stuart, 2006).
Por
todo ello, desde 2006, he dedicado trabajo y esfuerzo en investigar “en el cómo evaluar y predecir el riesgo de la violencia relacionada con la salud mental”, y ahora comienza a tener
su fruto. Se lo dedico a Mi Madre, siempre
me ha dado y me dará la fuerza para luchar por lo que creo.
El pasado viernes 16 de Diciembre tuvo lugar la entrega
del Premio Nacional de Investigación en Enfermería del HUMV en su 13ª edición,
galardón que cuenta con el patrocinio de la Obra Social de Caja Cantabria.
Esta edición ha contado con la participación de 32
proyectos, la mayor cifra alcanzada desde el inicio del certamen, procedentes
de Cataluña, Madrid, País Vasco, Castilla-La Mancha, Canarias y Cantabria.
Proyecto premiado:
El premio nacional, con una dotación de 4.500 euros,
fue concedido al proyecto “VALIDACIÓN DE LA ESCALA DE PREDICCIÓN Y EVALUACIÓN
DE RIESGO DE VIOLENCIA (EPERV)”, elaborado por un equipo de enfermeros
especialistas en Salud Mental del Parque Sanitario San Juan de Dios de Barcelona,
y cuyo investigador principal es D. Hilari Andrés Mora.
El proyecto se enmarca en una línea de trabajo del
citado centro para la prevención de la violencia y la reducción del estigma
asociado en los pacientes con trastorno mental grave. Tiene como antecedentes
la creación de una Comisión de Violencia de área de hospitalización
psiquiátrica, de un Grupo de monitorización de Gestión del Riesgo, y finalmente
la formación de un grupo de investigación que ha construido la escala de
predicción y evaluación de riesgo de violencia (EPERV), que pretende validarse
a través de este estudio.
La EPERV pretende, ante la actual ausencia de escalas
específicas para pacientes con trastorno mental grave, mejorar la valoración de
estos pacientes, intentando detectar el riesgo de conducta violenta y poder
actuar de manera adecuada.
La escala está construida utilizando dos taxonomías
enfermeras, NANDA (clasificación internacional de diagnósticos de enfermería) y
NOC (clasificación de resultados de enfermería). Recoge elementos de tres
diagnósticos de enfermería (Riesgo de violencia dirigida a otros, Riesgo de
violencia autodirigida, y Riesgo de suicidio), y 55 indicadores pertenecientes
a 13 resultados NOC, que describen el estado o conducta del paciente a través
de una escala likert.
Por medio de un estudio descriptivo longitudinal, con
una muestra de 220 pacientes evaluados a los 15 días de su ingreso, se pretende
completar la validación del instrumento, analizando tanto su validez predictiva
como su consistencia interna, fiabilidad interevaluadores, estabilidad temporal
y validez convergente con respecto a la escala de Plutchick. Tiene una duración
prevista de 12 meses y se desarrollará en el Servicio Especializado de
Rehabilitación Psiquiátrica Intensiva y el Servicio de Subagudos del Parque
Sanitario San Juan de Dios.
FUENTES: Agencia
EFE, Europa press, HUMV
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