En japón eliminaron el término "esquizofrenia"
por
"trastorno de la integración"... togo shitcho sho...(Carlos Martorell 2014)
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Un amplio grupo de psiquiatras, liderados por el doctor S.Timimi, han enviado una petición formal al Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE y DSM. La petición se ha acompañado de una campaña de recogida de firmas en la plataforma Change.org, que, en el momento de redactar este artículo, contaba con el apoyo de más de 1.000 firmantes en tan sólo dos días tras su lanzamiento. En declaraciones a los medios, S. Timimi ha afirmado que: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficaces de responder a la angustia mental”.
En el comunicado, titulado “No más etiquetas diagnósticas”
(No more psychiatric labels), realizan una revisión exhaustiva de los motivos y
de la evidencia científica en la que sustentan esta posición, estableciendo las
siguientes conclusiones:
Los diagnósticos psiquiátricos no son válidos.
El uso de los diagnósticos psiquiátricos aumenta la
estigmatización.
La utilización de diagnósticos psiquiátricos no ayuda a la
decisión sobre el tratamiento a elegir.
El pronóstico a largo plazo de los problemas de salud mental
ha empeorado.
Estos sistemas imponen las creencias occidentales sobre los
trastornos mentales en otras culturas.
Existen modelos alternativos, basados en la evidencia, para
proporcionar una atención eficaz en salud mental.
El escrito, supone una declaración sin tapujos, de lo que
estos psiquiatras consideran acerca del quehacer de su trabajo y del futuro de
la salud mental. “La psiquiatría se encuentra atrapada en un callejón sin
salida”, aseguran en la introducción al texto. La recopilación de estudios
científicos sobre epidemiología, las investigaciones transculturales y los
ensayos clínicos de eficacia del tratamiento “ponen de relieve hasta qué punto
los datos son inconsistentes con el modelo médico dominante, basado en
diagnósticos, y considerado como el paradigma organizativo de la práctica
clínica”. “El uso continuado de los sistemas de clasificación diagnóstica para
la realización de la investigación, la formación, la evaluación y el
tratamiento de las personas con problemas de salud mental es incompatible con
un enfoque basado en la evidencia, capaz de mejorar los resultados”. Por tanto,
“ha llegado el momento de facilitar que la teoría y la práctica en salud mental
superen este estancamiento, eliminando los sistemas de clasificación diagnóstica
CIE y DSM”.
En relación con la etiología de los trastornos mentales, el
comunicado señala que “el fracaso de la investigación científica básica para
revelar cualquier disfunción biológica específica o cualquier marcador
fisiológico o psicológico que sirva para
identificar un determinado diagnóstico psiquiátrico es sobradamente
reconocido”. “La única excepción importante a la falta de apoyo sobre la
etiología de un diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático, que
atribuye los síntomas al resultado directo de un trauma”. Además, “existe un
amplio cuerpo de evidencia que vincula los episodios psiquiátricos,
considerados como más graves, como las alucinaciones auditivas y la psicosis, a
situaciones de trauma y abuso, incluyendo el abuso sexual, el físico y el
racial, la pobreza, el abandono y el estigma”. Por este motivo, “es importante
tratar de comprender las experiencias psicóticas dentro del contexto de la
historia de vida de la persona. No hacerlo puede resultar perjudicial porque
empaña y añade confusión acerca de los orígenes de las experiencias y conductas
problemáticas, teniendo la posibilidad de ser entendidas”.
Los autores del texto se muestran preocupados ante la falta
de validez de los sistemas de clasificación diagnóstica y manifiestan que “el hecho de que la investigación científica
básica no haya podido establecer ningún marcador biológico específico para
ningún diagnóstico psiquiátrico, pone de manifiesto que los sistemas de
clasificación actuales no comparten el mismo valor científico para pertenecer a
las ciencias biológicas que el resto de la medicina”. Sin embargo, afirma el
comunicado, “nuestra incapacidad para encontrar correlatos biológicos no debe
ser vista como una debilidad. En lugar de empeñarnos en mantener un línea de
investigación científica y clínicamente inútil, debemos entender este fracaso
como una oportunidad para revisar el paradigma dominante en salud mental y
desarrollar otro que se adapte mejor a la evidencia”.
A este respecto, el documento recoge los estudios y
meta-análisis que avalan la eficacia de determinadas intervenciones
psicológicas, así como las investigaciones sobre el efecto placebo asociado a
los psicofármacos, afirmando que el modelo biologicista en enfermedad mental
está obsoleto. El desequilibrio bioquímico en el que se basa el tratamiento
farmacológico en salud mental, “no se ha podido demostrar”, según señala.
Asimismo, detallan los graves perjuicios que puede suponer
para las personas ser tratadas bajo la perspectiva biológica (la estigmatización,
la falta de búsqueda de las verdaderas causas del problema, la confianza ciega
en la medicación…), así como los riesgos y la falta de eficacia del tratamiento
farmacológico, citando las investigaciones, incluso realizadas por la
Organización Mundial de la Salud, que evidencian, al comparar
transculturalmente poblaciones de personas con trastorno mental que no habían
recibido ningún tratamiento farmacológico con personas con trastorno mental que
sí lo habían recibido, que “los
pacientes con trastorno mental, fuera de EE.UU. y Europa, presentan unas tasas
de recaída significativamente más bajas y son significativamente más propensos
a alcanzar una plena recuperación y menor grado de deterioro a largo plazo,
aunque la mayoría haya tenido un acceso limitado o nulo a medicación
antipsicótica”.
“En resumen, parece que actualmente contamos con una
evidencia sustancial que muestra que el diagnóstico en salud mental, como
cualquier otro enfoque basado en la enfermedad, puede estar contribuyendo a
empeorar el pronóstico de las personas diagnosticadas, más que a mejorarlo”,
señala el documento. “Por lo tanto, la única conclusión basada en la evidencia
que se puede extraer es que los sistemas psiquiátricos diagnósticos formales,
como el DSM y el CIE, deberían abolirse”.
Como alternativa, el grupo de psiquiatras que ha elaborado
el documento, propone la implantación de nuevos paradigmas, basados en la
evidencia, “que pueden ser desarrollados e implementados fácilmente”, e instan
a la colaboración y el debate conjunto con otros profesionales de la
psicología, sociología, filosofía, medicina, etc. Concluyen su comunicado,
enumerando los siguientes “buenos puntos de partida”, tanto en la búsqueda de
factores causales como en la realización de la práctica clínica:
Etiología: las investigaciones sobre la estrecha asociación
entre situaciones traumáticas, sobre todo, en la infancia y adolescencia, y
trastornos mentales como la psicosis, dan cuenta de que los factores
contextuales deben integrarse en la investigación.
Práctica Clínica: Si bien los resultados sobre la eficacia
del tratamiento farmacológico no ha mejorado en 40 años de investigación,
existen otras alternativas, “en áreas tan diversas como los servicios de
psicoterapia, los servicios comunitarios en salud mental, abuso de sustancias e
intervención con parejas”, que han incorporado el peso que juega la alianza
terapéutica o el apoyo social en la eficacia de la intervención, mejorando la
eficacia de las resultados. Determinados movimientos basados en un enfoque de
“recuperación” o “rehabilitación”, en vez de en un modelo de enfermedad y de
clasificación diagnóstica, así como los programas que defienden un modelo
integrado de atención a la salud mental y física, “son buenos ejemplos de cómo
la evidencia puede incorporarse para facilitar un cambio de la cultura
institucional”.
En definitiva, el texto supone un reconocimiento formal de
las aportaciones y de la eficacia de las intervenciones psicológicas, así como
del paradigma biopsicosocial y del enfoque basado en la rehabilitación, que
defiende esta rama de la ciencia. Lo insólito del documento, es que es un hito
que esta afirmación esté siendo avalada por un grupo de psiquiatras,
comprometidos con su profesión y preocupados por mejorar la atención que se
presta en salud mental.
Algunas opiniones que suscitó el comunicado en las redes
sociales:
"Es grandioso ver la batalla a la estructura dominante
en los servicios psiquiátricos. No necesitamos etiquetas para saber los
obstáculos que la gente tiene en sus vidas o para ayudarlos a sobrevivir a las
grandes presiones de lo que se considera un comportamiento normal".
"Es fundamental recordar que detrás del debate sobre el
modelo biologicista de la angustia no debe enfocarse solamente sobre el rechazo
a la patologización del sufrimiento humano. Muy a menudo caemos en la pura
crítica y el desafío igual de importante y peligroso reside en las modalidades
de la psicología y el psicoanálisis que también han colaborado con el
etiquetamiento de la personalidad y el comportamiento".
"La perspectiva patologizadora es fundamentalmente muy
poco científica, en la que la mayoría de las acciones sobre los desequilibrios
bioquímicos cerebrales y otras causas físicas supuestas se hacen con la
confianza y la seguridad sin apoyarse en pruebas que determinen la veracidad de
las conclusiones".
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