El fenómeno o síntoma de "Escuchar voces (o ruidos)", trabajado en anterior publicación, es un factor que refuerza el estigma desde que es asumido bio-psico-socialmente como indicador de enfermedad mental o "locura", y como consecuencia de peligrosidad.
"Escuchar voces" puede ser un problema más o menos grave para la persona que lo sufre, eso si hay sufrimiento o incomodidad (no siempre es así). Y aceptando que puede haber angustia y dolor “mental”, el nivel de sufrimiento siempre es individual, objetivo (real para uno mismo) o subjetivo (propio de lo imaginado).
El "Escuchar voces", su posible dolor “mental” y abordaje terapéutico ¿Lo podríamos comparar con el sufrimiento o incomodidad que produce el dolor o malestar físico?
En la evaluación del dolor físico, si nos preguntaran a través de una escala de 1 (mínimo dolor) al 10 (máximo dolor), unas personas pueden puntuar con un 7 y otras con un 10, y para calmar ese dolor, los que puntúen con un 7 pueden necesitar una medicación como Diclofenaco (Voltaren) y los que puntúen con un 10 puede que hasta necesiten Morfina. Si hay riesgo vital, podríamos considerar hasta un ingreso hospitalario. O Incluso, otras personas, resolverían ese dolor con reposo, relajación, música, leyendo un libro, fisioterapia, calor o baños de agua caliente en su casa.
Y si comparamos, un primer episodio de dolor con siguientes episodios, la percepción, el afrontamiento y tratamiento seguro que sería diferente.
En todos los casos, la definición o diagnóstico del dolor puede llevar a la confusión a cualquier evaluador, y la opinión del paciente será significativa y de ayuda para un tratamiento u otro.
En el caso "escuchar voces" podríamos plantearlo parecido. Si preguntáramos a las personas que "escuchan voces" cómo les afecta o puntúan del 1 al 10, seguro que las puntuaciones y los tratamientos también deberían ser diferentes. Actualmente no es así, a la persona no se le suele preguntar a ese nivel, y en el caso que se les preguntara, ya puede la persona puntuar con un 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y el tratamiento generalmente sería el mismo. Sólo la existencia de voces, directamente se etiqueta con enfermedad mental y se ha de medicalizar, “El objetivo terapéutico es erradicar esas voces sea como sea y al precio bio-psico-social que cueste”.
¿Tenemos otras alternativas terapéuticas menos estigmatizadoras e invasivas?
¿Se decide en base a lo que describa la “persona alucinada” y los datos que obtengamos de su entrevista de 30’, o en claves contextuales (edad, sexo, cultura, otra clínica..)?
¿Para un adecuado diagnóstico y tratamiento podemos distinguir de una manera factible entre alucinación o pseudoalucinación?
"Considérese a las pseudoalucinaciones como un ‘comodín’ en el análisis diagnóstico pues, al adoptar diferentes significaciones clínicas, permiten al evaluador cuestionar el carácter genuino de ciertas experiencias alucinatorias que no calzan en la hipótesis diagnóstica preconcebida" (Berríos)
Sobre el "oir voces", hasta el momento, hay distintas definiciones e interpretaciones "incompletas" y sin evidencia clara que seguirán generando intensos debates en el futuro:
Alucinación:
“Una percepción sin objeto”, “Un individuo que tiene la íntima convicción de percibir realmente una sensación, cuando ningún objeto exterior capaz de producir tal sensación aparece ante los sentidos, está en un estado alucinatorio” (Esquirol, 1838)
“Una falsa percepción sensorial que tiene un total sentido de realidad a pesar de la ausencia de un estímulo externo” Asociación Americana de Psiquiatría (APA).
“Una experiencia sensorial que ocurre en ausencia de la correspondiente estimulación externa del órgano sensorial relevante, que tiene un significado suficiente de realidad como parecerse a una percepción verdadera, sobre la que el sujeto siente que carece de control voluntario directo y ocurre en estado de consciencia” (David A.S. 2004).
“Se considera que la alucinación está relacionada etiológicamente con un trastorno mental o físico y que no es experimentada o aceptada de forma habitual por otros miembros del grupo cultural” (Liester 1998).
Pseudoalucionación:
“Doctor, escucho voces dentro de mi cabeza”
“Alucinación que se produce preferentemente en las modalidades visual y/o auditiva, y en las que no existe convicción clara acerca de la realidad perceptiva de la experiencia, por lo que la persona las califica como imágenes o experiencias producidas por su propia mente” (Belloch A y otros, Manual de Psicopatología, Madrid, McGraw Hill, 1995, pág. 227.)
“Imagenes mentales muy vívidas pero que se diferencian de las alucinaciones por cuanto carecen de objetividad y realidad” (Jaspers)
"Figuras como las imaginadas en los sueños que al mismo tiempo dicen lo que conviene a la situación del paciente… no pertenecen a la esfera de las auténticas alucinaciones psicóticas" (Weitbrecht).
"Existe una idea equivocada y generalizada de que “oír voces” supone necesariamente tener alucinaciones auditivas y que esto, a su vez, supone, una enfermedad mental grave como esquizofrenia. Esta noción es simplista: las personas sanas y aquellas sin psicosis describen y no infrecuentemente el “oír voces.””( Sims)
“La etiqueta "pseudoalucinaciones" viene a carecer realmente de justificación psicopatológica y es dañina en cuanto induce a pensar que las llamadas "pseudoalucinaciones" son menos pertinaces o producen menos sufrimiento o acarrean menos riesgo que las supuestas "verdaderas" o "reales" alucinaciones, lo que, según se demuestra, no es tal. Debiera desaconsejarse semejante terminología para, en vez de ello, emplear etiquetas menos estigmatizantes como la expresión llana y simple de "alucinaciones no psicóticas", por ejemplo, y de ser obviamente el caso!" (Lizardo Cruzado).
La opinión y vivencias de la persona es esencial para afrontar eficazmente el sufrimiento o no de las voces. La persona puede sufrir autoestigma y temer al estigma social: Los primeros episodios, la persona es sorprendida y desconoce un afrontamiento efectivo, la persona se asusta, piensa que “está loco, es peligroso”, como consecuencia lo oculta, se aísla socialmente y no pide ayuda. Así que cuando aparezca la persona por urgencias o en un despacho, dependerá totalmente de los profesionales de salud, tienen un importante papel normalizador e integrador, dejemos de estigmatizar a las personas que puedan "escuchar voces". Se puede y se vive con ello.
El psiquiatra británico Julian Leff (Investigador y profesor emérito en el King's College de Londres y profesor honorario en la Universiy College de Londres y la Universidad de Cape Town, en Sudáfrica), presentará el próximo 16 de mayo nuevas terapias para la esquizofrenia en el transcurso de una jornada que se celebrará en el Hospital San Agustín. Se trata de una actividad satélite del simposio nacional sobre el Tratamiento Asertivo Comunitario (TAC) de Salud Mental, cuya undécima edición se celebrará entre el 26 y 27 del próximo mes de junio en Avilés.
Leff a lo largo de su dilata trayectoria profesional ha investigado y trabajado sobre las posibilidades que ofrecen los tratamientos farmacológicos y la intervención psicológica con los enfermos mentales graves para mejorar su calidad de vida y evitar recaídas en la enfermedad.
Leff presentará las intervenciones en esquizofrenia mediante terapia de alucinaciones auditivas con avatares.
La terapia con avatares podría ayudar a las personas con esquizofrenia a silenciar y controlar las voces de su cabeza.
El sistema informático conocido como “terapia avatar” puede proporcionar una terapia rápida y eficaz, que ayuda a reducir la frecuencia y severidad de los episodios de esquizofrenia.
El estudio piloto ha incluido a tan sólo 16 pacientes, pero tras someterse a esta terapia casi todos dicen escuchar menos voces, al tiempo que se ha reducido la gravedad de la angustia que esto les ocasionaba.
Tres de los pacientes dejaron de escuchar voces completamente después de haber experimentado 16, 13 y 3,5 años de alucinaciones auditivas, respectivamente.
La esquizofrenia es un trastorno psiquiátrico que afecta a aproximadamente uno de cada 100 personas en todo el mundo y entre sus síntomas más comunes están los delirios y las alucinaciones auditivas. De hecho, los pacientes incluidos en el estudio reconocían que es el peor síntoma de su enfermedad, ya que “no pueden pensar correctamente, ni concentrarse, ni trabajar, ni mantener relaciones sociales”, ha explicado Julian Leff.
En la primera fase de la terapia, el paciente debe crear un avatar a través de un programa informático al que adjudica una cara y una voz. Entonces, el sistema sincroniza los labios del avatar con su discurso, lo que permite a un terapeuta hablar en tiempo real con el paciente a través de esta imagen.
El terapeuta anima al paciente a enfrentarse a la voz y, poco a poco, les va enseñando a tomar el control de sus alucinaciones, ya que van ganando confianza en sí mismos.
“A pesar de que los pacientes interactúan con el avatar como si fuera una persona real, ya que han creado ellos, saben que no puede hacerles daño, a diferencia de las voces, que a menudo les amenazan con matarles o atacar a su familia”, según detalla Leff.
Cada sesión fue grabada y dada al paciente en formato MP3, lo que les permite llevar la terapia y “escucharla cada vez que se vea acosado por las voces”.
El éxito de este programa ha propiciado que la organización médica The Wellcome Trust haya concedido al equipo de Leff una ayuda de 1,3 millones de libras (unos 1,5 millones de euros) para probar la terapia en un grupo más grande de pacientes.
Fuentes:
University College London (UCL), en Reino Unido UCL
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